América Latina y Caribe

Energía solar, la solución para comunidades remotas en Argentina

– Cuando se le pregunta sobre el impacto de incorporar energía solar en la escuela que dirige en Atraico, una remota zona rural de la estepa patagónica en el sur de Argentina, Claudio Amaya Gatica es tajante: “La vida ha cambiado, no solo para la escuela sino para todos. comunal.»

La escuela rural Atraico es una de las beneficiarias del Proyecto de Energía Renovable en Mercados Rurales (Permer), una iniciativa gubernamental que lleva más de 20 años entregando energía eléctrica a comunidades rurales y localidades alejadas del sistema eléctrico nacional.

“La electricidad significa independencia para las personas. Especialmente para las mujeres, que suelen cuidar a las cabras. Con las cercas eléctricas solares para el pastoreo de cabras, las mujeres pueden dedicar más tiempo a sí mismas o a sus hijos”. — Graciela Leguizamón

Solo unas 20 familias viven en Atraico, que en lengua nativa mapuche significa «Agua detrás de la piedra», y está ubicado en el municipio de Ingeniero Jacobacci, en la sureña provincia de Río Negro.

La escasez de agua es precisamente el factor principal que subyace a la vida allí, donde los habitantes del pueblo crían cabras y ovejas. Pocas personas se arriesgan a criar vacas, que requieren más y mejores pastos, que no abundan por la falta de lluvias.

La escuela Atraico solía tener electricidad de un generador de gas. A partir de 2021, cuando comenzaron a operar paneles solares con baterías, cuenta con energía eléctrica las 24 horas, lo que le permite además sostener la conectividad a internet, beneficiando a toda la comunidad.

«De nuestros 15 alumnos, nueve son residentes porque no pueden ir a sus casas y regresar todos los días, ya que viven lejos de la escuela», dice Amaya Gatica a desde Ingeniero Jacobacci, la capital de la ciudad, a unos 35 kilómetros de Atraico. Dónde vive. “Ahora podemos tener una nevera y una lavadora. Y los niños pueden ir al baño por la noche y encender la luz presionando un interruptor, lo cual es una sensación nueva para ellos”.

“Los vecinos vienen a usar internet. Da gusto ver a los vecinos de la zona a caballo enviando mensajes con sus teléfonos móviles que hasta hace poco se enviaban por radio o mediante pequeñas notas que alguien entregaba a los destinatarios”, comenta.

Un pequeño ganadero del municipio de La Cumbre, en la provincia argentina de Córdoba, revisa el pequeño panel solar de su cerco eléctrico para ganado alimentado con energía solar.  La electrificación permite una mejor gestión del ganado y los pastos.  AMIGOS: Permer

derecho garantizado

La primera fase del programa Permer se desarrolló entre 2000 y 2015. La segunda fase, gracias a un préstamo de 170 millones de dólares del Banco Mundial, se desarrollaría entre 2015 y 2020.

Como admitió el gobierno, la implementación del programa se retrasó entre 2016 y 2019, cuando solo se gastó el 15 por ciento del crédito. Como resultado, estuvo a punto de colapsar en 2020, cuando el Ministerio de Energía renegoció con el Banco Mundial y consiguió una prórroga hasta 2022.

Desde entonces se ha acelerado la adjudicación de obras en diversas comunidades, con el doble objetivo de mejorar la calidad de vida de la población rural dispersa y reducir el impacto sobre el medio ambiente con el fomento de las energías renovables.

Según datos del Ministerio de Energía, ya se han realizado, están en proceso o en etapa de licitación inversiones por 163 millones de dólares. Entre los equipos de generación de energía renovable ya instalados y los proyectos en ejecución, Permer ha llegado a 41.510 viviendas y 681 escuelas, beneficiando a un total de 345.712 personas, según cifras oficiales.

“El programa atiende a parte de la población que vive en zonas remotas de Argentina y no solo no cuenta con energía eléctrica de la red, sino que tiene otras necesidades. La llegada de la energía eléctrica abre otro panorama para estas poblaciones», dijo a el coordinador general de Permer, Luciano Gilardón.

El funcionario dijo que debido al tamaño de Argentina, que es el octavo país más grande del mundo con un territorio de 2.780.000 kilómetros cuadrados, no es económicamente factible que el sistema eléctrico nacional llegue a las comunidades más pequeñas y remotas, por lo que – la generación separada del sitio es la única solución posible.

“Tradicionalmente, se instalaban pequeños motores diésel, que funcionaban mal. A partir del año 2000, las energías renovables comenzaron a abaratarse y luego se tornaron viables no solo para una generación más eficiente, sino también para contribuir a la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero”, dice Gilardón en Buenos Aires.

Una familia frente a su casa equipada con un panel solar en Potrero de Uriburu, una zona rural remota en la provincia de Salta, en el noroeste de Argentina.  El Proyecto de Energía Renovable en Mercados Rurales proporciona electricidad a hogares, escuelas y oficinas públicas en áreas remotas a las que no llega la red nacional.  AMIGOS: Permer

Energía que da independencia

Además de hogares y escuelas, los beneficiarios de Permer incluyen instituciones públicas remotas como centros de atención primaria de salud, puestos fronterizos y albergues en parques nacionales.

Las comunidades campesinas e indígenas también han utilizado el programa para la agricultura y la ganadería, en forma de bombas solares para extraer agua de los pozos y energizadores de cercas eléctricas que funcionan con energía solar para el pastoreo.

Hay 1.500 pastos eléctricos solares en operación y este mes el Ministerio de Energía adjudicó a una empresa el suministro e instalación de otros 2.633, en 11 provincias. El propósito del cercado de pastos es mejorar y aumentar las tierras de pastoreo, reducir las pérdidas, proteger los cultivos y proteger al ganado de la caza furtiva.

El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Inta), instituto público de investigación que actúa en las zonas rurales de todo el país, participa en la identificación de beneficiarios, distribución de equipos para usos productivos y capacitación en su uso.

Graciela Leguizamón, ingeniera agrónoma e investigadora del Inta en la provincia de Santiago del Estero, explica que en muchas zonas de esta provincia del norte chaqueño es muy difícil pensar en políticas públicas masivas de acceso a la energía eléctrica y al agua potable, ya que no son familias rurales cuyo vecino más cercano se encuentra a cuatro kilómetros de distancia.

“La vida es dura en esos lugares. A veces la gente viaja 15 o 20 kilómetros para cargar las baterías de sus celulares. La electricidad hace la vida más amigable, permite que los niños y jóvenes estudien y hace que la gente quiera quedarse en el campo”, dice Leguizamón a desde Quimilí, localidad de esa provincia.

“La electricidad significa independencia para las personas. Sobre todo para las mujeres, que suelen cuidar de las cabras. Al alimentar las cercas eléctricas solares para el pastoreo de cabras, las mujeres pueden pasar más tiempo con ellas mismas o con sus hijos”, dice.

Electricidad para los indígenas

El proyecto más grande de Permer está en el valle de Luracatao, ubicado en la ecorregión Puna en el noroeste de Argentina, a una altitud de 2.700 metros sobre el nivel del mar. Allí viven unas 350 familias indígenas de los pueblos diaguita y calchaquí, repartidas en nueve comunidades que utilizan velas o lámparas de queroseno en la noche.

En el valle se está construyendo un parque solar que tendrá una capacidad instalada de 1,25 MW, con baterías para almacenar la electricidad, así como la infraestructura para distribuir la energía eléctrica ya que las comunidades están repartidas en 42 kilómetros. También hay planes para instalar un motor diesel cuando el clima no permita la generación de energía solar.

El presupuesto, según información del gobierno provincial de Salta, es de 6,5 millones de dólares.

“Es un proyecto que por su costo no es imposible que lo haga un municipio, y el gobierno nacional y provincial de Salta lo vienen prometiendo desde los años 80”, dice Mauricio Abán, alcalde de Seclantás, municipio de Luracatao. . un valle

“En los últimos años se han estudiado diversas posibilidades para generar electricidad con fuentes renovables, entre ellas la hidroelectricidad, gracias a un río del valle. Pero al final se decidió que la mejor opción era el sol, porque la radiación es muy buena todo el año”, cuenta a desde su ciudad natal.

“Hoy vemos que se están instalando las columnas y los cables y que un proyecto que parecía que nunca se iba a concretar empieza a concretarse”, dice.

Editorial TMD

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